Ceremonia XVIII: HIPÓTESIS DE LA MIRADA
…El rigor de la
casualidad se pierde porque se reitera el contacto visual en el momento del
encuentro. Una mirada queda grabada en la retina, una expresión que aún no
tiene sustancia real se convierte en la atmósfera de un deseo latente que se
intuye en los gestos. La mayoría de los días se repite la escena, coincide casi
siempre en el mismo punto. Al principio, como he dicho, somos seres anónimos
acuciados por la esclavitud del reloj de fichar, ciegos, sordos, mudos y
transparentes, hasta que descubres la presencia de la otra persona, diferente
al resto con los que cruzas a esas mismas horas. Se pone en funcionamiento una
dinámica peculiar. Comienza sin ningún motivo aparente. Se produce un vacío que
no percibes, una eclosión que no oyes, un susurro que zigzaguea por tu cuerpo y
no llega a definir mensaje alguno. Entonces notas que te has montado en una
noria que sube y baja vertiginosamente y la emoción casi no te deja ni respirar…
Fragmento
del libro La voz interior
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