miércoles, 13 de mayo de 2009
Ceremonia XVIII - HIPÓTESIS DE LA MIRADA
miércoles, mayo 13, 2009
Ermita de Nuestra Señora de los Perales, Espacio del Lector, Hipótesis de la mirada, Lecturas al Viento, Valladolid, Velliza
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Ceremonia XVIII: HIPÓTESIS DE LA MIRADA
…El rigor de la
casualidad se pierde porque se reitera el contacto visual en el momento del
encuentro. Una mirada queda grabada en la retina, una expresión que aún no
tiene sustancia real se convierte en la atmósfera de un deseo latente que se
intuye en los gestos. La mayoría de los días se repite la escena, coincide casi
siempre en el mismo punto. Al principio, como he dicho, somos seres anónimos
acuciados por la esclavitud del reloj de fichar, ciegos, sordos, mudos y
transparentes, hasta que descubres la presencia de la otra persona, diferente
al resto con los que cruzas a esas mismas horas. Se pone en funcionamiento una
dinámica peculiar. Comienza sin ningún motivo aparente. Se produce un vacío que
no percibes, una eclosión que no oyes, un susurro que zigzaguea por tu cuerpo y
no llega a definir mensaje alguno. Entonces notas que te has montado en una
noria que sube y baja vertiginosamente y la emoción casi no te deja ni respirar…
Fragmento
del libro La voz interior
sábado, 9 de mayo de 2009
Ceremonia XVII - CUANDO VOLVAMOS A ENCONTRARNOS
sábado, mayo 09, 2009
Cuando volvamos a encontrarnos, Ermita de la Virgen del Castillo, Espacio del Lector, Lecturas al Viento, Trigueros del Valle, Valladolid
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Ceremonia XVII: CUANDO VOLVAMOS A ENCONTRARNOS
…Se me quedan las palabras
atragantadas en la boca, y cuando consiguen atravesar la barrera de los dientes
y alcanzar los labios se derraman sobre el mentón y empapan la camisa con un
sonido hueco. Algunas tocan las rodillas antes de estrellarse contra los
zapatos y el suelo inmediato. Las emociones se almacenan en el estómago, se
alimentan de espaguetis y de pescado, de solomillo y frutas y verduras
diversas, se refrescan con agua y zumos variados, se embriagan con el güisqui,
el champán, el vino tinto y rosado. Hay que darlas de comer, además, alimentos
del espíritu: conversaciones amenas, conversaciones profundas, conversaciones
disparatadas, que provoquen risa, que provoquen llanto, que provoquen sorpresa.
Mezclarlo con actividades variopintas: sosegadas a la luz de las velas,
intensas con la luna llena, aventureras entre maizales que ocultan el
horizonte. Aderezarlas con besos y abrazos intensos, con miradas sostenidas,
con placeres inconfesables. Entonces, las emociones se vuelven fuertes, con una
voluntad firme y resistente…
Fragmento
del libro La voz interior