La era
cuaternaria se quedaría sorprendida si supiera que los geólogos de hoy han sido
capaces de determinar que la erosión de la Fuente el Sol comenzó en esa época,
hace unos 2 millones de años, se formaron terrazas fluviales debido al arrastre
del agua en los páramos, su acuífero formó arroyos y manantiales. En 1603 se
canalizó el agua.
La Fuente
el Sol es un área de esparcimiento de 61 Ha. desde hace años, en los 70 estaba
en auge, luego vino la decadencia y el abandono. En el año 2003 la Escuela
Taller de Empleo Municipal lo rehabilitó parcialmente. Para este año 2008 está
proyectada una remodelación total. La actuación contempla la plantación de unos
8000 árboles.
José
Antonio García Alfonso en un excelente trabajo “La Fuente el Sol, ¿sólo un
parque?”, relaciona sus recursos naturales. Dice que este parque forestal
periurbano es un bosque mixto con pino piñonero y frondosa. En la zona de vega
crecen fresnos, chopos y quejigos. Entre las especies alóctonas destaca el
ciprés común y el de Monterrey, pino carrasco, falsas acacias, plátanos, chopos
y álamos. En cuanto a especies autóctonas señalar las espinosas como el espino
albar, el rosal silvestre, la zarzamora y la hiedra. En las laderas soleadas
nos encontramos con lino del monte, salvia, candilera, chucarro blanco, tomillo
salsero, té de páramo, hierba de las 7 sangrías, la flor de la abeja, menta de
burro, junco churrero.
En este
vergel, hoy descuidado, podemos observar aves como el ruiseñor, el agateador,
el pito real, el pico picapinos, golondrinas, aviones, vencejos, ánades reales,
la bisbita, el petirrojo, el lugano, el zorzal, el piquituerto y el reyezuelo
listado. Vertebrados como la liebre ibérica, el conejo y el sapo. Reptiles
entre ellos la lagartija y culebra bastarda y unos crustáceos similares a
gambas minúsculas
Aquí se
inicia el sendero GR-26 (Valladolid), un lugar para pasear, para meditar, para
disfrutar de las vistas de la ciudad y para buscar un rincón donde leer y
arrojar las lecturas al viento.
Ceremonia III: HOMENAJE A MIS PADRES
…Mientras observo la ciudad desde lo
alto de la Fuente el Sol, me vienen a la memoria recuerdos de aquellas épocas,
distingo a pesar del profundo cambio experimentado, las calles por donde
caminaba, los lugares donde jugaba y vislumbro los rincones oscuros donde nos
llevaban los encuentros furtivos: todo se parece y nada es, irremediablemente,
igual. Si cierro los ojos puedo avanzar a ciegas hasta mi infancia, recorrer el
patio del colegio Gonzalo de Córdoba y verme allí, solitario, observando el
desfile de hormigas bajo mis pies; aventurarme en la adolescencia, penetrar en
el rubor de mis mejillas, acosado por la timidez y la fantasía. De mi juventud
os presento un brote de romanticismo becqueriano y de tragedia vitalista, y del
inicio a la madurez el descubrimiento de la realidad bajo la sombra protectora
de la inquietud y la esperanza. Mis padres siguen allí, algunos de mis hermanos
y de mis amigos hace tiempo que encontraron el sentido de lo cotidiano lejos de
Valladolid, otros duermen en paraísos que flotan en el cielo…
Fragmento
del libro La voz interior.
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